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Read MoreSon muchos los artículos que he leído sobre la desilusión con proyectos que incorporan tecnología a la empresa buscando incrementar productividad: no alcanzan las expectativas.
Y no son pocas las empresas que he visto dónde se ha sufrido con la implantación de un ERP, CRM, SGA o cualquier tipo de tecnología… (pasará también con la IAGen), incurriéndose en altos costes para la adaptación del software a los procesos existentes. Se han generado complejas torres de Babel tratando de reproducir “informáticamente” lo que siempre se ha hecho, para llegar con suerte al mismo resultado, pero más rápido. Pero el resultado podría ser mucho mejor.
Se suele obviar que la tecnología permite hacer cosas diferentes…. siempre que se permita replantear el para qué, el cómo, el dónde y el con quién de nuestro producto o servicio antes de empezar a pedir adaptaciones.
Pero claro… cuesta pararse y dedicar tiempo y recursos a la reflexión y rediseño previo. ¡Queremos las cosas ya! Para seguir haciendo lo mismo… no hay que quebrarse la cabeza.
Aquellas empresas que sean capaces de aprovechar la incorporación de tecnología para replantearse su forma de trabajar, tendrán lo mejor de la experiencia acumulada y lo mejor de una empresa que comienza sin malos hábitos.
Pero no es obligatorio. Siempre se puede empezar con el programa ya…y luego ir añadiendo campos de forma improvisada. Aunque esto es un desperdicio.
Os dejo aquí este artículo de Mckinsey, que hace una referencia muy clara a este tema.
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