QUERIDO CEO

El éxito siempre procede de la diferencia. Decía Jack Welch, uno de los directivos más aclamados de las últimas décadas, que si no tienes nada diferente, no compitas. La primera pregunta que debe hacerse toda empresa es: qué tengo yo que los demás no tienen. Puede ser lo que ofreces, cómo lo ofreces, o lo que haces sentir a tus clientes, o incluso tu capacidad para ser notorio y tener visibilidad. Identifícalo y comunícalo. También te puedes hacer a ti mismo esta pregunta para desarrollar tu marca personal.

Por un lado, es importante definir la propuesta de valor de tu empresa, es decir, detallar qué beneficios suministra la marca y que otorgan valor al cliente. Para elaborarla, has de constatar aspectos que pueden representar de alguna manera algún beneficio en el mercado desde el punto de vista del cliente. De estos beneficios, algunos también los aporta la competencia, y aunque son puntos de paridad, también es necesario identificarlos y comunicarlos, pues no dejan de ser beneficios que la marca aporta al cliente y que este valora. Ahora bien, por la saturación de impactos de marcas que reciben los clientes, se hace realmente necesario tener además algún atributo diferencial que te permita destacar de tu competencia y ser el argumento principal que acompañe a todas las comunicaciones que haga la marca.

La definición de la propuesta de valor es clave ya que supone una lectura de la identidad de la marca desde la óptica del cliente, en cuanto que defines y verbalizar los beneficios que la marca le aporta, pero si no tienes algo que te diferencia, querido CEO, tus posibilidades de éxito son muy limitadas. Te animo a que marques la diferencia en la compañía que lideras.