Querido CEO:
Después de las fiestas navideñas y sus excesos, un gran clásico en los buenos propósitos cuando arranca un nuevo año es el deseo de mejorar la salud y el bienestar. Esto se traduce en objetivos como cuidar la alimentación, hacer deporte, eliminar malos hábitos como fumar o el alcohol… Pero, por qué no mejorar la salud, también, de nuestra organización. Para competir y estar entre los mejores es necesario que tu empresa se alimente de buenos nutrientes y eliminar todo lo tóxico que la limita. ¿Es sana tu compañía?¿Es sana tu gestión?
El entorno cambia con mucha rapidez y tu empresa se ve afectada por los cambios, ya sean tecnológicos, sociales, políticos o económicos, y en todos los niveles se precisa que sea un organismo sano, resistente y fuerte. Para ello es necesario fomentar la cohesión interna, desarrollar el talento y las cualidades de las personas, de forma que se cree una solidez que evite la posibilidad de sufrir graves trastornos en su estabilidad. Esta es una de las labores complicadas a la que te enfrentas, ya que cualquier equipo está formado por distintas personalidades y diferentes caracteres que no son siempre fáciles de gestionar.
En el libro Gente tóxica, su autor, el profesor Bernardo Stamateas, habla de que muchas veces permitimos entrar a nuestro circulo más intimo a los chismosos, a los envidiosos, a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan qué dijiste, qué hiciste y por qué hiciste o dijiste algo (o por qué no lo hiciste o no lo dijiste). Se trata de personas tóxicas que potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y de frustraciones.
Las organizaciones tóxicas son aquellas que sufren de ambientes poco saludables y en ocasiones altamente nocivos para el trabajador. Peter J. Frost, autor de Las emociones tóxicas en el trabajo, se refiere a un medio de trabajo tóxico como aquel en el que las prácticas de la organización y las actitudes y acciones del equipo directivo son emocionalmente insensibles. Trabajar en una organización insana tiene un coste innegable que se traduce en pérdida de recursos y tiempo, descenso de productividad, pérdida de clientes…Por lo que lo primero que debes evitar es ser un CEO tóxico.
Estimado CEO, recuerda que si deseas hacer un viaje hacia la excelencia, la gente tóxica es una mala compañía. Y no olvides eliminar, además, tus propias toxinas.